martes, 18 de junio de 2013

El dilema del escritor 2.0: entre la soledad analógica y la promoción digital

Siete reconocidos escritores analizaron ayer el futuro de la literatura en la era digital

  Grupo de los autores que participaron en el coloquio./ Amaya Aznar./abc.es 
Los escritores Julio Llamazares, Javier Sierra, Julia Navarro, Lorenzo Silva, Milagros del Corral, Rodrigo Fresán y Elvira Lindo reflexionaron ayer en el Círculo de Lectores sobre el modo en que el la irrupción digital está modificando el proceso creativo, sobre los nuevos vínculos que las redes sociales permiten establecer entre escritores y lectores y sobre las dificultades de la protección de los derechos de autor.
Milagros del Corral y Rodrigo Fresán, moderados por Fernando R. Lafuente, se ocuparon de la propiedad intelectual. Milagros del Corral subrayó la perentoria necesidad de que el legislador ponga orden en el escenario digital que, poco antes, Fresán había comparado con el far west.
Tarea compleja dada «la imposibilidad de distinguir entre el derecho de comunicación y el derecho de reproducción en Internet, pero es preciso buscar equilibrios entre los distintos intereses y adaptar las leyes a la realidad», añadió Del Corral. En su opinión, se ha perdido un tiempo precioso «en la búsqueda estéril de culpables», y ahora ha llegado el momento de encontrar soluciones. Además, Milagros del Corral abogó por la pedagogía para combatir «la desafección de los jóvenes hacia los derechos del autor».
Por su parte, Rodrigo Fresán afirmó que «estamos en la prehistoria de la prehistoria de una profunda mutación que se está produciendo cuando el autor, que tiene los derechos más torcidos y retorcidos, aún no entiende que sólo tenga derecho al 10% del precio de la tapa; nuestro único derecho es que no tenemos derechos y que más nos vale vender lo más posible».
El escritor argentino se mostró especialmente escéptico ante un cambio de paradigma que invita a los escritores a «intentar vender una marca en 140 caracteres en Twitter» y a los lectores a almacenar miles de libros que no leerán en sus dispositivos.
«Pronto nos invitarán a hacer click para sentir en la boca el sabor de la magdalena de Proust», añadió, y recordó que «no es lo mismo estar que ser». Fresán también celebró «el acto de justicia poética que supuso que una de las presentaciones de Steve Jobs fuese interrumpida por la noticia de la muerte de J.D. Salinger: por una vez, los inmortales libros triunfan sobre el efímero aparato».

Metamorfosis

A la pregunta de Blanca Berasátegui sobre cuál es el impacto que está teniendo el nuevo escenario digital en el proceso de creación literario, Julio Llamazares fue rotundo: «Lo digital cambiará la literatura porque ya está cambiando a las personas y su manera de estar en el mundo. Sin embargo, la esencia del hecho literario seguirá siendo la misma, porque permanecerá invariable desde Homero y hasta el último hombre que escriba sobre la faz de la tierra: alguien que procura plasmar por escrito, con la mayor fidelidad posible, sus sentimientos y pensamiento».
Llamazares añadió que el proceso de escritura, en su caso, ha sido el mismo en su última novela, «Las lágrimas de San Lorenzo», que en la primera: «Utilizo el ordenador como la Olivetti con la que escribí «Luna de lobos», como una máquina de escribir que permite tachar y grabar».
El escritor aseguró considerarse «el único lector del mundo mientras escribe». Por el contrario, Javier Sierra admitió que en el proceso de escritura utiliza las redes sociales para ponderar las reacciones de sus lectores ante algunos elementos que planea introducir en su narración. «Antes los escritores estaban en su torre de marfil; ahora la membrana que nos separa de los lectores es cada vez más fina», apuntó.

Dictadura digital

Moderados por Juan Cruz, Lorenzo Silva y Julia Navarro ahondaron en el modo en que Internet ha modificado la relación con sus lectores. Lorenzo Silva dijo negarse a la lógica imperativa de las redes sociales: «Me niego a gestionar públicamente mi vida privada a través de las redes sociales. La cuenta de correo electrónico que figura en la web que abrí hace 13 años, esa herramienta casi rupestre, es la vía que utilizo para atender a los lectores».
Silva precisó: «No obstante, para escribir necesito estar off line, desatender las herramientas diseñadas para apremiarnos». Reivindicó la figura del editor –«sin esta figura, un libro nace en orfandad»- y manifestó sus recelos ante las plataformas digitales que permiten a los autores la autoedición, pero que no le ofrecen ningún valor añadido, ningún servicio: «Es estar en la nada, desnudo bajo la noche».
Julia Navarro, sin embargo, mantuvo una opinión discrepante: esas plataformas representan una oportunidad para los jóvenes escritores que se ven rechazados por las editoriales. Comentando su propia experiencia, confesó que se rebelaba contra «la nueva dictadura de las tecnologías y lo digital» y no tener ningún interés en mantener presencia en las redes sociales: «Sin embargo, participo en muchas presentaciones, acudo a clubes de lectura; son experiencias que me resultan muy gratas».
La intervención de Elvira Lindo, encargada de recapitular y comentar los asuntos tratados, clausuró la jornada: «La literatura es algo personal y reflexivo. Solo se puede escribir en soledad. Las grandes corporaciones nos convencen de que la masa, que celebra la ignorancia, decide». También criticó la importancia que los medios de comunicación y la sociedad conceden a los comentarios vertidos en las redes sociales: «Son el reino de la banalidad y, desde luego, no tengo datos que corroboren que la presencia en ellas de los autores se traduzca en un incremento de ventas».